Dormir tras el dolor
Almacenas los ojos tras el llanto,
la piel tras el dolor, el pie en el miedo,
las olas del sudor en un no puedo,
los hilos de tu sangre en un no aguanto.
Y empiezas a dormir sin desencanto,
ya libre de tu ser, sereno y quedo,
ya lejos de ti mismo y de tu enredo,
ya muerto al palpitar de tanto en tanto.
Y miras el reloj, la luna, el manto
que cubre la ciudad, dedo por dedo,
y acalla entre los labios todo espanto.
Y encuentras en la red un arboledo
bajo el que descansar, sin más quebranto,
y en el que ya volver, ruedo tras ruedo.
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22 07 15