Cuando el presente aún vive del pasado
y en sus straßes la música se siente,
todo el arte en movimiento está presente,
y el talento del artista es admirado.
Cuando esa imagen se torna irreverente
en un gran concierto de ópera infinito,
la magia que hay en ambiente pega un grito
a palaciega velada efervescente.
Cuando el gran Gustav Klint regala su presencia,
Wolfgang Mozart a tus oidos les sorprende,
a Strauss oyes, Beethoven ves su duende,
con sus atuendos pidiéndote indulgencia.
E incluso que, azul, el Danubio allí un vals baile,
en el gran Café pruebes un chocolate
y contemples la cultura como late
filosofando en iglesias a algún fraile.
Cuando veas disfrutar de una verbena,
e intentando orientarte leas Karlsplatz,
no lo dudes, buen amigo, que tú estás
en la insigne Corte imperial, estás en Viena.
©donaciano bueno