Sueño con luminosas estelas de seda
Que se contorsionan en el aire,
Ligeras, como peces o anemonas
Se contonean. Debe ser pecado
Tanto afán por soñar, tanto aferro
Al destierro terrenal, en este ensueño
No se me puede hospedar no hallare
En el permanente asilo no es mi mundo
No me permitirán por más tiempo quedar.
Tengo dentro de la mente un centenar
De corceles que arrancan a fuerza de casco
Buscando el vuelo, no lo encuentran.
Sus pesuñas empedradas
Golpean y re tiemblan el suelo con una rabia
Que reclama al cielo que los niega.
Ayer escribí una carta de alas blancas
Sus inmaculadas plumas reniegan
De mancharse con la tinta de mi retorcida
Escritura, no he puesto más remitente
Que la hora en la que fue escrita y la mancha
Semicircular de mi taza de café,
Espero así la reciba la luna.
De darse por enterada espero recibir pronto
Algún reproche. La última vez le maldije,
Y entonces vi volando en el cielo una lechuza,
Esas aves de noche, son como esfinges o arpías aladas
Con cara de luna, sus hijas pienso yo
O ella misma, esas aves que vuelan
En la exhalación de muerte del silencio
Y que por veces, aun que al poeta,
Siempre algo auguran.