Quiero el carmesí de tu vida,
el rojo que se funde
en el vivir de tus ojazos,
el recuerdo
de nuestros libidos amores,
que confundan
el aroma de tu vida
con el sudor candente
de mi candileja y,
en dulce ansiedad,
hagan maniatar
los rincones de tu viñedo,
y ruborizar
los jardines colgantes
del centro de mi corazón,
alborotando en dulce reflexión
el cariño inmortal
donde moras,
en suave melodía
excitada de amor,
con total desenfreno
del ensueño de tus besos.