Hay un silencio que muere
En bocas siempre ajenas
Donde el lodo impregna
Las alas que soñé
Un lugar abrupto, incandescente
De amaneceres apoteósicos
Y de jornadas imposibles
De noches de varias lunas
Y conciertos de rana
Sube un aire cálido por la ladera
(Que nadie visita)
La casa exhala el humo del árbol centenario
Y hay algo consumiéndose
Que se disipa
Hay una ausencia que hiere
Y la brecha asoma destellos
De soles que por física
Se acaban siempre poniendo