Las estrellas giran eternamente en los confines mismos del universo.
Allí en el cielo siempre perennes; de manera fría y silenciosa,
siguiendo un ritual mágico e inexorable a través de toda la inmensidad;
como signo inequívoco del magnífico poder de la creación.
Aquí en la tierra, los acantilados permanecen inmóviles desde tiempos ancestrales.
Estáticos al borde de los océanos,
con sus raíces hundidas en lo más profundo de las entrañas de la tierra.
Los grandes desiertos, inundan con su fina arena naciones enteras.
Dejando para los hombres a manera de mendrugos de pan,
pequeños oasis entre cientos de kilómetros,
para con ironía endulzar nuestra sedienta agonía.
El invierno es frío, y el verano caluroso, así ha sido y así será por siempre.
Las cosas son como son, no como las imaginamos nos guste o no;
y tú eres como eres, te agrade o te moleste.
Seguro que nos gustaría ser más alegres, pero no siempre podemos serlo;
seguro que nos gustaría brillar por entre los demás, pero vemos que, a menudo no se puede conseguir.
Seguro que nos gustaría agradar a todos;
pero no damos cuenta que es algo imposible de lograr, en fin,
desearíamos tener la inteligencia de éste,
la hermosura de aquél,
el encanto de ese otro,
pero comprobamos que todo ello, no siempre podemos ser.
Nos gustaría en fin, tal vez haber nacido de otra manera,
quizás en otras circunstancias o en otro lugar,
pero no, no es así,
y por más empeño que pongamos, ello jamás cambiará.
¡Sueños locos, llamas de fuego que consumen nuestra existencia¡
Por qué ufanarnos en desear ser lo que no somos.
!es inútil! para qué lastimar nuestra existencia, no tiene sentido.
Despertemos y aceptemos, quienes y como somos de una buena vez.
Para así descubrir la belleza y las maravillas que hay en el interior de cada uno.
Con ello volver a encontrar el potencial enorme que anida en cada ser.
Cuando cada uno haga esto será al fin libre,
y conocerá la auténtica felicidad.
Aquella felicidad que se sustenta en estar vivo, en vivir en paz y armonía contigo y con los demás.
En ese momento cada ser notará, cómo esa felicidad se irradía a todas las personas de su entorno, haciéndolas a ellas también felices.
Fiódor Dostoyevski, el famoso escritor ruso afirmo:
\"El hombre es desgraciado
porque no sabe que es feliz,
¡Eso es todo!
Si cualquiera llega a descubrirlo,
será feliz de inmediato,
en ese mismo minuto.
Todo es bueno\".
Cuánta razón tenia Fiódor Dostoyevski; y el Sacerdote vasco Ignacio Larrañaga, a quien pertenece el pensamiento que a continuación comparto con vosotros.
\"Sed auténticos, espontáneos, sinceros y leales
a vuestros ideales y sueños, solo así sereís
plenamente felices\".
Un beso y una flor.
Alfredo (Soldado. Cuartel)
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