A veces me lo he preguntado también
pero concluí, que todos están equivocados,
los poetas no tenemos un don
o alguna clase de talento
no somos más que ataúdes y sábanas blancas,
nacimos en deuda con la tristeza y la muerte
saben que las necesitamos
no nos dicen que nos necesitan,
la realidad esta intoxicada
no se puede ver en el espejo.
Los poetas podemos llevarte
al borde de la eternidad en solo un verso,
evitar que se queme el cielo por la luna,
se marchiten las nubes con el sol,
sabemos que cualquiera convierte
la tierra y el agua en barro,
pero solo los poetas podemos cambiar de color
los ojos de las estrellas en tu imaginación,
formamos con el humo y el café
burbujas llenas de filosofía
de las que jamás revientan.
Somos expertos en plumas;
las de los búhos
escriben versos sabios en color gris,
las de las águilas, poemas de amor libre
de esos que les gustan a las mujeres casadas,
a veces escribimos con cenizas de luz
pero sabemos que la mejor tinta
es la piel de una mujer.
Los poetas debemos venderte
la soledad y la tristeza
como sustituto para respirar
y como hueco, para que tu corazón
no se llene de amor y otras porquerías,
enseñarte que solo la oscuridad
te obliga a cuestionarte, es la madre del pecado
la ausencia de la segura ignorancia.
Y por último estregarte a ella
que sabe que la altura no te acerca a dios
sino la velocidad con la que caes.
Que los poetas muertos escriban a la vida
que yo aún deseo esa libertad
donde están enterrados,
que el viento escriba a los arboles
y sus hojas a las estaciones
que la vida es hermosa
pero no en este poema.