Zapatillas rojas,
limpias y prolijas
besando el vestido
con cosas perdidas,
en cantos sonoros
con voz de alegría
que miran el cielo
de la despedida.
Zapatillas nuevas
que compro un domingo
para que me ayuden
a verte de nuevo
entre los caminos
que encuentro aburrida
si hay lunas abiertas
cerca de la esquina.
Siempre que te canto
lo hago despierta,
siempre que te quiero
me quedo dormida
llevándome lejos
mis ojos abiertos
con las zapatillas
en largos paseos.
Sintiéndome herida
con caricias locas
de cosas perdidas
en la caminata
me veo en el pasto
entre el mar y el sol
y me vuelo triste
con penas de amor.
Una hora, un día,
un mes y un borrón
en el almanaque
del tiempo que paso
sentada en un banco
de color marrón
con las zapatillas
que me compré yo.
(Nunca tuve zapatillas rojas)