Desnudo, cierro los ojos de mis ojos,
y muerdo otra sangre antes de que los maleficios crien escorpiones
sobre mis hombros.
Ahora es ausencia.
Canciones insolentes se expanden en mi boca;
soy un hombre que corre sobre el teclado de un piano vacío
como si huyera de sí mismo.
Y me dedico a soñar, doliente,
el tiempo que pasa,
las últimas cenizas.
G.C.
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