El ocaso proyecta sombras inentendibles en lo que me circunda
anunciando el momento vulnerable, el del destierro emocional
y percibo en fragmentos tus señales, arabescos complejos.
El viento trae tus palabras desnudas, desprovistas de imagen
y creo que también trae tu ser intenso, y me habitas y me contienes a la vez.
El tiempo acecha impiadoso, preparando su estocada final
y en el desconcierto pleno, pienso que este poema es un adecuado resguardo;
en el cabe tu voz, tu alegría y tu íntegridad, y en sus palabras animosas te celebro
en el caben también tu ausente bienvenida y los posibles adioses,
y adivino en su discurso tus ojos, horizonte en perpetuo azul.
El poema te atrapa con sus lazos verbales
te atrae hacia mi y con tus pocos datos te convoco aquí
a este espacio construido pleno de esperanza y deseos.
No te irás, no me iré
viviremos aferrados a la tibieza de este amor imaginario
y en el altar de las almas
nos abrazaremos hasta el infinito.