Suena ágil y añil el contrabajo subterráneo
al tiempo que descarga su bilis neutra
el sabio falto de réplicas.
Mi letra es hueco y metal, oro y bodegas…
Es un convenio de internacionalidades
en un mismo cuerpo -cuerpo eterno-,
habitáculo cerrado y maquillado
por las vacilaciones de una sociedad
que gusta en apalear a los poetas.
Suena la hoja de la cuchilla vejatoria
mientras la humedad apasionada
de una mujer asmática recorre
mi mano trémula de tanto
como no te siento (en mí).