Juan Jose Macias

La dulce dama y el humilde pastor

Mayo fue un mes axial en las cosas del alma.

Leí a los trovadores, me colmé de sus cuitas y consuelos.

Me enamoré de Elisane.

Crié piojos con Elinor.

Y en los valles floridos por conquerer a Estela,

justé contra los moros del reino de Jaén

(buena tierra de caza y buena de venados;

de panes y de vino, tierra muy comunal).

Y a menudo me parece que retorno a esas landas

a pacer mi rebaño antes de la canícula;

y que una dulce manceba, bella como el heno salvaje,

entregada o vendida a dueños extranjeros,

hija indigna además

(¡el mayoral la persigue,

el mayoral la amenaza,

la hieren con sus espadas

unos de cota y morrión!)

viene a mi sobre brizna de un vergel hechizado,

donde es vulgar la dicha del consumado amor.

 

Juan José Macías