Los instantes se consumen sin poder siquiera rasguñarlos,
Sin correr o gritar, sin hablar ni llorar.
Estática cual peñasco en pleno y calmo espacio.
Acercándome no hago más que golpear mi cráneo
Contra el cemento que no ceso de ingerir,
Buscando razones que no han de alcanzar,
Sintiendo implacable y continuamente.
Una ilusión se figura desde dos almas tras un inmundo telón;
El teatro nunca concluyó.
Y las risas, conmociones, llantos, son una espectacularización
De lo que los expectantes fantasmas desearían,
Junto a sus recuerdos opacos y su quedado mirar.
Caigo irremediablemente sobre una misma escena,
Cegada por artificios dejo caer una oscura lágrima;
Proveniente de la grieta más recóndita de un odioso dolor,
Del querer despertar de esta proterva pesadilla.
Despiértame, mi amor, cuando no haya más nada que aclarar
Y sea transparente la visión a través de estas esferas saturadas
Que apuñalamos al caer más fuertemente en esta ficción,
Y más profundamente en el transe del sonriente dolor.
¿Es que abriendo el corazón me veré fuera del frío escenario?,
¿Dirigiéndome directamente a lo que amo?
¿...Conseguiré de este pesar placeres más sutiles
Que el hielo y el puñal?