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Es curioso cómo el tiempo nos enfrenta a lo
que somos mientras todo lo demás y los
demases se corrompen poco a poco en el
esperma mágico y furioso del que
procedemos y al que invariablemente nos
eyacularán las horas, las distancias, las
desdichas, los fracasos, las derrotas y la
última victoria del amor como una batidora
que lo va mezclando todo sin compasión
alguna en la turbia vagina de los
sentimientos.
No tengo noción alguna de tu aroma, ese tipo
de sensaciones deberíamos vivirlas una vez
para así luego poder recordarlas para siempre
en su más íntima esencia y, casi siempre, en
el momento más insospechado: tal y como
aparecen y permanecen los recuerdos que de
verdad merecen la pena. Pero lo cierto, si he
de ser sincero, es que me excita sobremanera
tan solo en pensar en la dulce fragancia de tu
sudor cerca de la medianoche, cuando sé que
estás pensando en mí y el algodón de las
sábanas se adhiere a tu piel desnuda, tersa y
morena, como una serpiente turquesa y
lasciva que va reptando y recorriendo cada
curva y por tu espalda hasta encender la
lámpara de todos los deseos y echarlos a
volar como palomas mensajeras a un
destinatario tan cercano a tu torso como
desconocido a tus adentros, y así caliente,
solo y caliente me interno en su misterio y
vuelo a través de ellos y me rompo y vivo y
y muero y renazco de nuevo sobre ti y siempre
en ti, raíz de mí, cuadrado de todo, círculo
perfecto, cero, uno, dos... Todo del revés y el
revés en la nada.
Entonces el agua y el viento nos abrazan en el
azul de una pared recién pintada de aire, y en
ella dibujamos besos y luces de colores
inauditos bajo la sombra de un universo que
sigue implacable su voraz camino,
contemplando onanista y silencioso cómo el
mundo continúa su eclíptica trayectoria
descendente hacia el orgasmo gravitacional
sin pararse a pensar en aquello que acaso le
espera a los insignificantes seres que lo
habitan, ilusos ellos del poder del día pues la
noche tiene alma de amante, domina al
corazón y tarde o temprano lo desvirga y su
dolor les escuece como un sol de arañas en la
boca o una luna de leche que amarga en el
costado.
Nunca lo que fuimos importó, y ya no
importa, porque todo cambia y ha cambiado y
nosotros con el todo que formamos hoy con
nuestras manos, ya solo no importa, y solo
somos, tú y yo, en una eterna caricia de
barro.
Así es, amor, y cuánto no daría por estar
ahora mismo yo a tu lado...
M.A.M.
Viernes, 24 de Julio de 2015