Y sumergida en el sueño más profundo hallé tus latidos,
Era como si todo retumbara,
La tierra temblaba, los sentía a través de los oídos,
Los guardaba... en mi pecho se encerraban sentía que no te habías ido.
Palpitaba tan fuerte, no sólo estaban en mi mente,
Eran un presente que sonaba fuerte,
A través de mares y montañas,
No quise despertarme,
Enfrentarme a lo que me araña,
Mis entrañas explotan cuando te extrañan,
Corazón en bandeja,
Dentro de una urna de cristal vieja,
Son latidos oprimidos que hay veces que se alejan,
Se oyen desde el infinito y la moraleja,
Nos despedimos, ya es tarde si nos arrepentimos,
Pero los latidos me producen una queja del amor correspondido,
Amarte a través de mis rejas, por quien eres, por quien has sido,
Amarte desde mi torre, mi celda, con ventanas pero sin puertas,
Creo que me enamoré sin darme cuenta,
Ahora en una mentira me hallé, mi vida casi estrellé,
Aún no tuve el valor que hay que tener,
Porque mi anhelo es estar con quien mi alma decida querer,
Pero no hubo tregua ni calma, no la quiso conocer,
Más la encerró en un abismo por no reconocer el mismo que un poquito la pudo querer,
Que más da, son cosas del ayer,
Pasarán los años y yo recordaré,
Aún siendo el recuerdo un engaño de mi mente,
Fué bonito cada presente,
En la vida que nos toque estar, estaremos juntos eternamente.
Atentamente un ángel que hoy baja a verte,
Trae una urna de cristal, dentro... un corazón latente.