Por más que intentes, mar, no he de decirte
aquello que yo pienso de otros mares,
la pasión que despiertan sus andares
cuando el agua al mar mismo le desviste
besando a mil lugares.
Ni aunque muerdas la cuerda que te ahorca,
ni aunque intentes salir de esa maraña,
tú, tierra eres que ahoga el mar, España,
en el centro de un lago una mazorca
en la tela de araña.
Tus ojos ven la brisa zambullirse
cómo el alma sufre hoy atormentada,
y observa como en esa marejada
tus lágrimas a punto están de hundirse
y en el cieno anegada.
Esperando a que amaine la marea,
miras al cielo y éste no te engaña:
que has de sufrir nadando en la pelea
para al final gozar de quien te baña
¡oh, dulce hogar, mi aldea!
©donaciano bueno