Del tiempo que llevaba por quererte
de tus recorridos sin encuentros
no hablamos
tampoco de los cantos a solas
cuando del cielo nos llovió la sangre.
En el hondo y solo invierno
hemos ido brotando siembras nuevas
y dilatado los soles de la tarde
para amarnos en un pulso inveterado
mostrando dientes a todo lo contradictorio
por buscarnos.
Era necesario vivir lo delirante
hasta hacer lo necesario inevitable
amor somos semillas nacidas del rigor
nunca nada nos fue dado por gracia
pero le atamos al destino los tobillos
hasta lograr converger dos paralelas.
Y hoy que la noche me estrangula
que aún siento tus manos en mis naves
la penumbra se anticipa al grito
como montaña que no deja ver la aurora.
Muchas veces amanezco y no renazco
solo voy rompiendo días expectantes
irreconocible
como viento que nació bajo las olas
porque te escapas del recuerdo neblinoso
y buscas mis brazos y mi boca.
Luego te vas
al ritmo de tu mirar de estrella
solo me dejas tu veloz e inasible brillo
mientras sin huir me pierdo
en el abrazo indeseado y asfixiante
de la bruma sulfurosa de las calles.
Roger Jaine