Amada mujer, hunde inclemente en mi corazón
el impío puñal de esta tarde abyecta
entonces sangrará el amor, borbotones de densas emociones
a veces desmedido, a veces mesurado.
Mientras, el alma lacrimosa y angustiada
clamará ante lo inconmensurable
que sucumba de súbito esta fértil desdicha.
A tu rastro cedí y fuí tu sombra
tu noche imperceptible, tu aurora en ciernes
en tanto mi amor transitaba lo ignorado
Mientras la tarde tumultuosa ahuyentaba la luz
se fué haciendo clara la cruel percepción;
mis manos se disolvieron antes de contactar tus cabellos
mis labios se disecaron antes de besar tu piel.
La llama de la vida languidece al escuchar tus pasos ausentes
al no ver tu rostro de luna desértica,
al no escuchar el milagro de tu voz
La desdicha violenta, indescifrable, impasible
espera por mi vida
despojada de tu amor, despejada de toda esperanza.