Eres bella, como la nieve y la flor,
cálida, como el hogar y el nido,
deseable, como un oasis de amor
en el desierto del olvido.
Dulce, como la miel pura y fresca,
como la tierna y madura fruta.
Dichosa, cada noche, me albergas
en tu mágica y dorada gruta,
al perseguirme el voluptuoso deseo
de entrar en tu joven cuerpo,
y allí el placer nos invade, ciego,
mientras tu pasión despierto.
Eres tú, la que aplicas pulso
y enegía a mis arterias,
la que das vigor e impulso
a los pasos de piernas.
Fogosa, me llevas a la cima del placer
escalando por las laderas de tu piel.
Llevas el fuego y la flor en tu ser.
Así eres tú, bombón de licor y miel