Fué el amor de tu palabra
que dio de verde de tus ojos a mi esperanza.
Taciturna, comprometida y redactada,
cerró heridas: mi pecho no sangra.
Tu verso de cobijarme no se cansa,
logrando que mi vida a ti se abra
en nociones de tus primaveras
donde tu par de verdes cristales
es mi esencia primaria encontrada.