Sara (Bar literario)

La espera

El poema es mi mano.

Mi ojo.

La puerta que se abre a la espera.

Te he visto y he dicho:

Ah, tu piel, 

y tus labios

y he sentido desvanacerme

en la plegaria muda de fe.

Y sigo acariciando las agujas,

y sigo siendo el pequeño silencio

que atraviesa las deshoras

de la madrugada.

Y sé que el amor es esta pertenencia

pero cómo imploro al exilio,

arrojarme fuera de tus brazos.

Porque las lágrimas son de amor

y la felicidad es una pequeña mentira

que hemos adoptado.

-Somos hijos del humo-

me he dicho mil veces,

al prender otro incendio.

-Somos hijos del destino-

he dicho y sigo caminando,

pese a que los pies estén

cansados,

de no seguir avanzando.

Y he visto que el tiempo

he sido yo,

recostada en la lejanía

de tus ojos.

Y ah, el amor.

El amor...

esta tonada absoluta

este refugio sujeto

al sueño,

a un costado de mi vida.

Cuando has sido vida

y la puerta sigue cerrada.

Y la puerta no se abre

nadie entra.

Hasta que estás conmigo

y juntos somos ese,

ese aeropuerto lejano

ese tacto corrompido

por imaginarlo de tantas maneras

y solo es una realidad,

en tu mano y mi mano.

Ya ven, he dicho

ya voy, me desespero

y sigo aquí escuchando

que el tiempo es este latido

este horario

y yo, 

yo miro a la puerta

que se abre

y eres tú, 

camino pequeño

eterno abrazo.

y eres tú,

sigo soñando.