En un triste sueño me hallé decaido
dejome la multitud de pensamientos
tras la franja del dolor no olvidado
arrimado en el rincon, mis sentimientos.
Y me vi derrotado en aquella ilusion
albergado sin levantar la voluntad
presa facil del destino sin condicion
indispuesto aun con mi innata idoneidad.
Sentí el veneno de la negatividad atarme
con desvarios a mi cuerpo débil lastimar
y al mirar agotado al cielo pude sentirme
con el gozo divino de Dios un nuevo respirar.
Sació mi sed con el agua de los cielos
de esperanza milagrosa mi herido corazón
y rompió con un rayo las cadenas de fierro
para brindarme entre sus brazos su bendicion.
Y me dijo -Hijo mio, ¡fortalece tu fe!,
que estoy para llenarte de bondad y paz,
no mires hacia atras el pasado, enamorate
comparte tu sonrisa, tu mas preciada faz-.