María

Y ES LUMBRE...

 

Lacerado por azotes que no parten se comprime con cargas que descreo. Insiste en empapar esas pestañas en lágrimas que incriminan. Es como si no comprendiera que no es malo, que nunca podría serlo. En tal cuestión allá él, nítido de memorias que traicionan. Porque por su gesto insistente y su fuerza ante espejos yo tengo certezas de  quererlo justamente.