¡Oh!, que suave es la brisa,
Dulce las heridas que me dejas.
Rompes el surco de mi tierra,
Abres las manos
De la inocencia;
Palpitas ante el soberbio
Y miras la gloriosa
Palma de la victoria.
Te has manchado tu traje
Del vino nuevo,
Has ido a pisar el lagar
Para tomar la copa
De la victoria;
Te has teñido de la suave brisa
Y no has querido sus riquezas,
No has amado
Sus jactanciosos placeres;
Has encontrado
Uno mucho mejor,
Abrís tus manos
Para recibir la palma hermosa
Signo de tu victoria
Hermosa y soberana.