Amiga de mis tristes emociones,
oído de mis penas y amarguras,
rincón de mis dolidas desventuras,
vela de mis antiguas ilusiones.
¡Cuánto néctar de luz sabe tu beso,
y más en mí, que, sin sentir, lo digo!
No dudes que este humilde y doble amigo
soñó uno apenas en su boca impreso.
Nunca más oirás mi voz en ruego
cantándote en fervientes melodías
lo que pudieses darme de ternura.
Lisseth, amor, aunque no falte fuego
no insisto y tomo lo que me ofrecías
del olvido: mi verso y la locura.
MHS