De un alfiler en la cabeza fria,
tan linda, tan airosa, tan esbelta,
un día una libélula zurcía
un poema de amor: la pena absuelta.
La luna en ese instante sonreía.
En ese periscopio, allí subida
mirando atentamente al infinito
la bella, ahora triste, deprimida,
creyó morir de amor, pegando un grito,
su sangre derramando por la herida.
Mientras así se hallaba el miedo huía.
se había diluido con el viento,
amor del que inhalaba la energía,
amor del que tomaba su sustento,
al fin amor que nunca cambiaría.
El pesar que creaba su congoja
absuelto había sido de pecado.
En la melancolía de una hoja
había sido escrito este legado:
la rosa si es de amor no se deshoja.
©donaciano bueno