No es tan real si te engaña,
ni tan sueño si se empaña.
No será tan callar si se grita
ni tan original si se imita.
No es tan limpio si te mancha
ni tan bueno si te engancha.
No será tan raro cuando abunda,
ni tan malo, no es tu tumba.
Sabes de lo que hablo
tanto como le temes
y sabes que si te coge
no sales de sus redes.
Tanto sufrimos por esto
que nos lanzamos a ello prestos,
y, aún sonando a ironía,
nos cargamos de energía,
pues necesitamos sangre fría
para embarcar en la agonía
de dar sin esperar
como el poeta al relatar.
Acaso no me viste, dama,
que me ahogué en el frío,
que rompí aquella rama,
que me hundí en el vacío.
Que cambié tu destino,
y yo me hundo en el mío,
que me agarré a ese camino
que antes era un río
donde lavaba yo mi pena
y rompía esa cadena
que me cortaba hasta las venas,
que cada noche me condena.
No seas tan egoísta
que te ve la Luna llena
y te canta tan serena
que no mates al artista.
Así entonces dame vida,
que me quedo sin aliento
por culpa de esta herida
que me amarga el pensamiento
y me destroza aún le pida
que me deje ya y me cuente
el por qué de mi partida,
el por qué de mi suerte
tan brillante y apagada
que me suelta en la ceguera
de no sentir tu mirada;
que mira si es malvada
que me esconde la manera
de saber si esta vela
es tan buena y sincera
o tan mala y embustera,
que me salva o incinera;
con tan vaga ingratitud
que me haga ver la luz
o me eleve hasta la cruz.
Me salvas o me matas,
me liberas o me atas,
me echas o me llamas,
me odias o me amas.
En serio, ya me da igual,
porque tengo tanta rabia
que aunque fueras unas sabia
no me podrías ayudar.
No diré tanto
más que lo que merezcas,
yo te cambio mi canto
por lo que ofrezcas.
Yo no soy malo
ni lo intento,
ni he sido bueno
en ningún momento.
Yo no soy embustero,
yo nunca miento,
ni siquiera pretendo
darte un escarmiento.
Piensa lo que quieras
que por eso te quise,
que yo pensaré en que me quieras
como yo te quise.
Búscate un pretexto
para no decirme nada,
búscate otro invento
que tú ya estás inventada;
y devuélveme mi risa
para reírme este instante,
y dame otra paliza
para reírme con arte.
Y dame algo bonito
para llenarme de calor,
que quiero estar calentito
cuando salga de mi prisión.
Hasta que salga de ti, sirena,
que yo soy tu prisionero,
hasta que me eches una escalera
para salir de este agujero.
Pero dame tu medicina
que la necesito para vivir,
toma de esta rima
y no te apiades de mí,
que no quiero más consuelo
que el que tenga frente a mí
ni quiero tanto cielo
que el que merezca por morir.
No me quites más la estima,
no te acerques por aquí,
que al pasarme por encima
me has quitado el porvenir.
No distraigas tú a los años
ni los uses como engaños
que se hartan de regaños
y te acusan de crueldad.
La que hagas lo que hagas
te sale como hablar
y me hizo tantas yagas
que no me puedes curar.
Te aconsejo que al final
no me busques sin cesar,
pues estaré tan muerto
que jamás me encontrarás.
Y buscarás y buscarás,
pero no me busques más
que el regresar de ningún sitio
no se hace realidad.
Y deja mi alma bien anclada
en la orilla de tu amar
que, aunque me odiases tan profundo,
yo te quise de verdad.