Las sombras caen sobre las figuras
nocturnas del amor, destella amores
benignos, vientos suaves entre albores
se impregnan entre bellas voces puras.
Y tú, mujer, amada mía; llevas
la noche eterna en bordes de la aurora
y donde el cénit cae, y hondo aflora
la luz ignota sobre tantas Evas.
Nocturno es siempre amarte hermosa mía,
gitana mía; enciende el alma andante
que llora ríos nuevos y confía;
en mi, ¡mujer dejadme andar contigo!
obséquia pronto un beso azul marino,
amada mía, un beso es el testigo...
Derechos reservados de autor
David John Morales Arriola