Mi amada es sólo mía,
¡oh, sus ojos son noches de destellos!
su faz; melancolía.
Sus manos son dos sellos,
por su nombre caminan mil camellos;
su escapulario tiene
sedales finos, toda ella amanece
de luz, mi amada viene
por lirios y se mece
entre vientos australes y florece;
sus muslos son caminos
y listos para andar. Yo anduve en ellos
entre sus azulinos
besos; como plebeyos
enfilados entre los ritos bellos;
sus nardos son las brasas
ardientes de mi eterna vehemencia
que en tu sosiego enlazas,
obséquiame paciencia,
¡desde el hondo clamor de la conciencia!
Mi amada es semejante
a mi, de ella son todos mis quereres,
mi camino fue errante
vivía entre otros seres,
ella es única entre cien mil mujeres;
su corazón es grana,
su voz, como el millar de mis canciones,
su cabello es de lana
tejida en emociones,
toda ella se remece en oraciones.
Sus amores son como
los más finos aromas de ungüentos
sobre su blanco lomo
y se cuentan a cientos,
a miles sus talentos.
Os declaro a mi amada;
mirad su andar, sus vestes elegantes,
mirad su alma sentada
sobre umbrales pensantes,
tal es la amada mía, entre volantes.
Derechos reservados de autor.
David John Morales Arriola.