Nefasto sentir,
apaciguado,
de modo sutil
y además extraño.
Súbita alegría,
euforia inusitada,
con gran maestría
disimulada.
Así va el dolor
en un carrusel
girando en pos
del “no puede ser”.
Así va el dolor
amurallado,
como buena opción
para calmarlo.
Así va el dolor
desapareciendo,
como vapores de alcohol
se va consumiendo.
Así regresa la alegría
a su aposento,
así vuelve la dicha
a ser epicentro.
Así vuelve la vida
a su cauce
superando caídas
y percances.
Así va el dolor
perdiendo fuerza,
y retoma el timón
aquel que navega.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela