TARDE PRECIOSA
Era una tarde preciosa
en el mes de mayo
y un fino vapor cubría
los campos como una campana
de cristal.
Los almendros y albaricoques
estaban en flor
y en el aire templado
flotaba el perfume
de los narcisos.
Era mi ser que te olía
desde que llegué
al lugar donde te encontrabas,
mi templanza desde lejos
admiraba tu aureola
que cumplía la obligación
de tenerte entre sus alas.
La verdad de los narcisos
regocijados con un ¡ave maría!
te saludaban y alternaban,
tu piel serena y festiva.
¡Qué cristalina tarde gozosa
con tu espejeante esparcimiento!
3 de abril de 2015
Rafael Molero Cruz