En la noche imprevisible y excitante, a veces
lejos del mundo y sus miserias inacabables
entre la luz mortecina y la música pertinente
se destaca prodigiosa tu nítida silueta
Brilla tu luz interior y transciende amplia
este frágil e inofensivo límite espacial
y toma ante mis ojos una dimensión tal
que opaca a una penumbra la luz de la luna.
Caminas ingrávida entre la anónima gente
con el aire y la presteza de una nórdica princesa
la estética y lo exquisito, sumisos, te rinden pleitesía
mientras mis manos, tal un privilegio, acarician la estela de tu perfume
Arrojo estas palabras desordenadas, ansiosas, aleatorias
al caos, al código invisible, al ciego infinito, al refugio del no ser
solo para aliviar la infatigable certeza
de que no existirás para mi fuera de este poema.