I
Al llegar a cierta edad,
Al sentir que estamos llegando a la meta;
Que muy cerca está el final,
Que la tétrica dama se acerca;
Volvemos nuestra mirada atrás,
Pensamos en lo que ya no tienen vuelta,
Los errores cometidos,
Aquellas aventuras, nunca resueltas;
Es entonces cuando duele,
Cuando duele no haber limpiado esas penas;
Pero ya nada se puede hacer,
Ya la muerte está muy cerca,
Ya los errores se han oxidado
Y aquella rueda ya no da vueltas;
Lo que has hecho o deshecho
Debes enfrentarlo con valor, aunque no quieras…
II
Piensas en qué dejarás,
Piensas en aquellas pasadas revueltas,
En que todo perderás
Y aunque lo quieras o no lo quieras,
Ya te irás y no regresarás,
Después de ese final jamás habrá vuelta;
Te sientes arrepentido,
Pides una oportunidad tan incierta,
Pides un poco de miel,
Encontrar aquella estrecha puerta abierta,
Esa gran luz que te anuncie el bien;
Que el perdón aún es oferta,
Pero todo será algo muy vano,
Simples especulaciones muertas,
Lo que se hizo ya es un hecho
Y la sentencia, aunque no quieras, quedará abierta…
III
Te dices, encontrarás,
Para entregar tu amor, muchas nuevas sendas;
Nuevas formas para amar,
Con tus pequeños, nietos y nietas;
Que muchos nuevos retos serán,
Y los dañarás más entre más los quieras;
Y te sentirás herido,
Con una fortuna tan negra y adversa,
Como viejo que no ve,
Y en vez de ayudar todo lo tergiversa;
Y a los que un día les diste el ser,
Buscan hoy mejor oferta,
Desde donde hagas el menor daño,
Convivas con otras almas yertas;
Algún asilo, algún lecho,
Donde esperan tranquilamente, que tú te mueras…