Óyeme y no intentes comprender
como en ocasiones
intentas comprender
el timbre interior
que despierta
tu curiosidad dormida,
óyeme como eres así tu
de tierna y distraída,
óyeme, sin pensar lo que digo
como si escucharas caer la lluvia
a través de tu ventana,
óyeme con el corazón abierto
y los ojos cerrados
Óyeme y siente
el peso de mis palabras
entre tus manos
y sus oídos palmares;
absórbelas y acarícialas
y aproxímalas a tu rostro,
arrójales
el vaho húmedo
de tu aliento
de brisa marina,
deslízalas
sobre tu cabello
de cascada revuelta,
hazlas rodar sobre
el asfalto claro
de tu cuerpo desnudo
y transiten por completo
desde tu frente encendida
hasta las uñas de cristal
de tus pies
Siente mis palabras
arañar el follaje
de tus jardines astrales,
siéntelas recorrer
tus zonas misteriosas
donde te germina la miel,
las flores y los relámpagos
Deja que mis palabras
como semillas sembradas
en tus células volcánicas
broten por tus poros
y se vuelvan garras bravías
de humo y luz,
y te miren como yo te miro
con una mirada trémula
y tu nombre retenido
en los labios
Óyeme y no intentes comprender,
Siente y oye la voz
de éste prisionero
de dientes caníbales
y manos en llamas…