La absenta mitigó el golpe
y la verdad se hizo tan pesada
como un gato de esmalte.
Fúmame a intervalos de inconsciencia;
deseando que el planeta sea una antorcha
de ruinas impronunciables por el dolor,
fúmame como lo hizo la cera latente
que se derrochó en contracciones vagas.
Sucede que el argumento más noble
es inútil ante la piedra que ruge lentitud…
Mientras tanto, en occidente nos fumamos
la apetencia de un suicidio ilustre.