Gaviota de alas mudas
en plena agitación palpitas
eterna sibarita
que siempre me alcanza
y levemente exuda.
Caracol rosa de tierras profundas
suave monte de triángulo perfecto
bajo la blanda humedad
de la piel nocturna.
Precipicio prometido
donde se ingresa a pies desnudos
para bailar un ritmo nunca igual
de dos ejecutantes en único compás.
Óvalo de fuego para mondar la vida
dejando en cueros sus íntimos espacios
bajo el sol rojo de sus labios.
Abrazo pasional en punto exacto
campo que provoca lluvia blanca
nave con pequeño mascarón de proa
siempre de pie en la marejada
con aroma de algas perfumosas.
Playa donde muere enloquecido un capitán
ante un siempre variable itinerario
máxima anfitriona en el amor
Venus en recorrido hospitalario.
Roger Jaine