Después del tiempo que corre
que se destila como el agua
o se satura como el azúcar
nada tiene que ver entonces
tu mano sobre mi pierna fría
ni tu boca en mi boca
sofocando quizás ese beso
con un largo segundo
transformado en minuto
no es mi brazo colocado en tu espalda
ni tus ojos que miran al horizonte
donde reposan los míos
(angustioso momento
es saberte callada
mientras mi mano se pasea por tus glúteos
y mi boca se esconde en el lóbulo
de tu oreja
mordiendo lentamente
el arete que de él pende)
por eso después del tiempo
no hay nada
nada que no podamos recordar…