RICARDO ALVAREZ

ELECCIÓN DE MUJER

 

 

Ella no quiere fantasmas,

ni la senda de vacuas almas.

Ni ser la diosa nocturna

en que aúllan  viejos

lobos su hambruna.

Ni pedestal de ocasos en el día

de su barca nupcial

donde navegan corsarias orcas.

 

En el designio que ella elije

no tolera la efímera codicia

En el paraíso de híbridas serpientes.

ni en la oclusión de su mente

el silencio poluto de vanas cosas.

Ella se condecora de postergar

bienes inertes,

opta por su esencia femenina

y valora el espíritu en su simiente

que no claudica.

 

No es meretriz de labios

áridos multiplicados en la hora

que requiere la urgencia.

No transige ante sonrientes fetiches

con dientes caninos que delatan

la ausencia del compromiso.

 

Opta por lo comunión entre dos solitarios

labios que sean cuatro belfos comprometidos

y en la intención del amor

que fluya el hervor entre sus manos.

 

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