Desear a quien te ordena
Pero luchar sin esfuerzo alguno,
Temer sin duda mi condena
¡ay! corazón tan inoportuno.
Pasión viva y ardiente
Explosión de pecho iluso,
Boca nada inteligente
Grito de amor confuso.
Labios deseosos de ti
Gritan anhelo incontenible,
Tu presencia mi mártir,
Pero también mi combustible.
Víctima de mi propia suerte
Capricho de hambruna incesante
Que devora mi alma a muerte
¡oh! muero torturado por mi propia mente.
Perfume de primer día
Agita oleadas de recuerdos del pasado,
Por ti mi soberano haría
Lo que Nerón a su fiel amado.