Esa misteriosa dama
a veces me da alegría,
y otras sobre mí derrama
sus temblores de agonía.
La que me llena de luz
o me cubre de negrura,
cargándome con su cruz
de tristeza y amargura.
Esa que me hace vibrar
con todas sus maravillas,
haciéndome disfrutar
con las cosas más sencillas.
La que me acuna amorosa
cantándome dulce nana,
luego como si tal cosa
me tira por la ventana.
y tras romperme los huesos
me da un abrazo amoroso.
y colmándome de besos
me va sacando del foso.
Y me vuelve a sonreír
con cara de niña buena,
y luego me vuelve a abrír
la cajita de la pena.
Mas yo no puedo evitar
quererla como la quiero,
con amor le hice un altar
y en ese altar la venero.
Seduce a mujer u hombre,
y a sus pies estoy rendida.
¿Quisieras saber su nombre?
Todos la llamamos... ¡Vida!.