He lanzado al espacio globos verdes, amarillos, blancos, azules, rojos y lilas, a los que he inflado, con el aire tomado de mis pulmones ya cansados por los estragos del tiempo, para que lleven, cual mensajeros etéreos, mi discurso de paz, amor, libertad, bienestar, justicia, igualdad, tolerancia, pluralismo, convivencia, solidaridad, humildad, equidad , benevolencia y probidad a todos los líderes del mundo, los de Oriente y Occidente, los que gobiernan y los que quieren gobernar, y a los que manejan la economía privada.
Son epístolas breves escritas en lenguaje universal para que sean entendidas por sus destinatarios.
¡Viva la paz! pero no la paz de los sepulcros que aplican los tiranos, encubiertos o abiertos, que los hay a montón en pleno siglo XXI. Y para que la paz ponga fin al negociados de los perros de la guerra
¡Viva el amor en todas sus formas para que haya convivencia!.
¡Viva la libertad! para que nadie pueda ser perseguido por sus ideas políticas o religiosas.
Viva el bienestar! Para desalojar el hambre y la miseria de todos los hogares del mundo y para que por las calles no deambulen más niños abandonados que mendiguen y roben para subsistir.
¡Viva la justicia! para que quien contravenga las convenciones sociales sean juzgados por magistrados no venales, apegados a le ley y a la consciencia.
¡Viva la igualdad! para ponerle fin a las odiosas discriminaciones en razón de las ideas políticas, religiosas, culturales, étnicas y económicas.
¡Viva la tolerancia! para que todos nos aceptemos con nuestras debilidades y fortalezas.
¡Viva el pluralismo! para finiquitar las odiosas prácticas del pensamiento único y la negativa de espacio para las minorías.
¡Viva la convivencia\" para coadyuvar a la paz.
¡Viva la solidaridad! para poner fin a la indolencia.
¡Viva la humildad! Para que los líderes sigan el ejemplo de Jesucristo y entiendan que ellos están en el poder para servir y no para ser servidos.
¡Viva la equidad! para que los gobernantes repartan las riquezas públicas conforme a las necesidades de la ciudadanía y no cometan latrocinio.
¡Viva la benevolencia! para que en el corazón del gobernante, en vez de odio haya amor; en vez de venganza, perdón, y en vez de crueldad haya magnanimidad.
¡Viva la probidad! para que no haya corrupción en la administración pública.
No teman, globos míos, ni a la distancia ni a la altura.
Sé que muchos no llegarán a su destino.
Sé que muchos líderes los recibirán y por su falta de raciocinio no entenderán el mensaje del que son portadores.
¿Habrá un líder capaz de dar respuesta positiva a mi mensaje global?