La oración del viento viejo
Déjalos ir, todos los sueños, todo el mar,
deja que el pan sea repartido entre los dioses
y que el amor sea una flor de carnaval
y que tu voz sea olvidada entre las voces.
Que ya no existe la verdad, que no hay rincón
en que te puedas esconder la vida entera,
que todo queda atrás sin más bandera,
que acaso en el cajón habrá más flores.
Lo cierto es que has de dar todos tus dones,
no vienes a guardar ni una sonrisa,
ya debes despertar, todo sin prisa,
ya deja de soñar que hay ilusiones.
Y lánzate a volar, ¿sabes tu altura?,
la debes conquistar con rabia y calma,
o déjate vaciar como una copa
o lánzate a rodar como una palma.
Que no se quede el tiempo con tus manos,
que no quede en tus manos la semilla,
la noche ya llegó, todos son vanos
si pasan sin la estrella que en ti brilla.
Y muere nada más, vive, remata
cada conspiración de tus cabellos
con simples tempestades en que se ata
tu sola eternidad con tus destellos.
Y entonces vuelve al mar sin más navío,
ya déjate sembrar entre las olas,
la vida ya se irá, luego habrá frío,
pero un rumor se oirá, ya tuyo a solas.
Así habló en la estación el viento viejo,
el tren nunca llegó, la compañía
allí fundó una tienda de oro añejo,
y un hombre se marchó, que a noche olía.
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08 08 15