Mi fe se va para siempre
con el calor del verano,
con el frío del invierno,
con el viento de otoño
abriendo mares,
cerrando océanos.
Ya no está en el fulgor del sol,
se fue y no volverá,
solo quedan sonidos muertos
en el tiempo, oídos desiertos,
páginas blancas,
fragores desdichados,
dolores de canción,
dulces sueños amargos,
tristes días de calor.
Solo quedan espectros
que caen a mis pies
cuando la noche
se hace profunda,
cuando el tiempo
corre al revés.
Ahora la tierra desangra soles,
el mar aúlla de dolor,
los lobos ronronean tristezas,
el viento lleva un sabor amargo,
de olvido, de pensarte lejos
sabor sin verdad, sin ti…
La tierra la veo desolada y triste
sin la fe que tenía en Dios
y aunque los ángeles
me presten su verdad
el tiempo que aun exista
no tendré fe a la humanidad.