Me asomo al puerto y me abarca como una sonrisa.
Quiero dejar silencios en lo prohibido de las naves fondeadas,
mientras el río titila.
Me asombro de que nadie venga a salvarme,
y que los gatos cercanos señalen el largo camino a Éfeso.
Sin embargo los amantes cavilan bajo la luna.
Tal vez un gran perdón, y ninguna, ninguna pregunta.
G.C.
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