Es inevitable,
Un día nuestro viaje en esta vida llegará a su destino
y si no es la muerte será el odio quien nos lance al mar.
Como siempre aquí estoy,
esta vez describiendo la historia de espanto que aquel 27 de febrero nos dejó,
la historia del movimiento que apresuraba sin mesura nuestro destino
sacudida que en su tortura dibujaba un penoso y angustiante porvenir
terremoto que nos hizo de alguna forma pensar en Dios, en la verdad y en el fin.
Quedamos tú y yo,
los que de alguna forma podemos sonreír,
los que vimos pasar la muerte frente a nuestros ojos
y cubrimos con vendas nuestras mentes para no sufrir y para no llorar,
quedamos los que vemos en chile un país de verdad,
una nación de agradecidos hermanos
y no de esos estúpidos que comieron y que luego mordieron la mano.
No se tu, pero yo estoy orgulloso de estar aquí,
porque Chile es un país grande,
porque siempre salimos adelante,
porque nos levantamos del suelo,
porque siempre empezamos de nuevo,
porque “Chile ayuda a Chile”
aunque quede sin zapatos.
¡Grande Chile!