Don Vicente Buigues Frau,
pérmitame que en agradecimiento
para expresar lo que siento,
le dedique de corazón estos versos.
Quiso un día la providencia
que me pusiera en sus divinas manos,
y le dió luz a mis ojos
que se estaban apagando.
Hoy contemplo emocionada la belleza
de los campos valencianos,
los colores resplandecientes del arco íris
que ya casi tenía olvidados.
Mirarme en los ojos de mis nietas
que forman de luceros un ramo,
sentirme renacer en el tiempo
de mis cincuenta años.
¡Gracias al pueblo de Denia
que dió hijo tan preclaro!,
¡a la madre que lo engendró
y al padre tan ilustre y sabio!
¡Gracias a la ciencia de la medicina
que avanza a pasos agigantados!,
¡a la dedicación de toda una vida
al servicio de los que le necesitamos!
¡Gracias a Dios por escuchar mis oraciones!,
¡y a tí, madre, por darme la vida!,
¡y a usted, Don Vicente, ésta buñolera,
le estará eternamente agradecida!
Fina