Es arduo lidiar con mi interior desde que amaneció este sentir
porque ante la insoslayable melancolía, que sacude a ciegas mi pecho
y lleva a la sensibilidad a territorios vírgenes,
debo aparecer ante ti imperturbable y discreto
Y puedo discurrir sobre lo banal y lo profundo
resguardando indicios que me delaten
si te miro a los ojos, por ejemplo
y me esfuerzo por anclar en lo acostumbrado
suprimiendo lo profundo y ancestral
que brota vigoroso desde lo profundo y pide alivio.
Y cuando la distancia entre ambos se aminora
hasta culminar en un gesto amable e inocente,
se arritmiza el corazón en un instante
dejando un hueco temporario en la razón consciente
pero hay triunfo en la lucha por parecer calmo y coherente.
Soy este exterior, aparente y desinteresado
soy quien te llama en un grito ahogado
soy quien no pide, aunque sea necesario
soy quien te espera en un tiempo inexistente e inventado.