Mirarte en paz me da paz a mi también,
observarte sonreír me regenera,
el tono de tu voz imparte calma,
entrega alegría, rodea de esperanza,
fascina al dirigirte a mi
la forma en que dulcificas mi alma.
Siento en ocasiones que el jardín me envidia,
cuando me pides algo,
al expresar quererme, amarme, adorarme;
al mirar mis ojos y al abrazarme.
Como yo a el,
al tu elogiar las rosas, al tocar las orquídeas,
al entregarles tus verbos, adjetivos y sustantivos
así de ricos a todo el campo;
al ponerte a jugar con el viento y tu cabello,
y cantar feliz esos arpegios
que regocijante entonas.
Como no sonreír al verte,
como no disfrutar de tu presencia,
imposible no sentir la bendición
llegada con tu cariño,
tu amor, tu comprensión,
y con tu esencia…
A.Maestre