El brillo de tus ojos acaricio mi Mirada,
Y fuiste fortuna en mis noches desolada,
Alas de paloma abandonada,
Y en el horizonte,
Dos luceros la contemplaban.
Labios como el vino,
Que de la uva destilaba,
Y su boca gota a gota disfrutaba,
Manos aterciopeladas.
Que lentamente rozaban su pelo negro,
Oh Viento detén el tiempo,
Para que ella no se valla,
Rogaba desde su almohada.
Violín testarudo de dura madera,
Que no olvidaba la melodía,
Que juntos disfrutaron un día,
El sol, y la luna fueron sus esclavos,
Las estrellas iluminaron a dos enamorados,
En su mundo atesorado.
Campo que fue testigo,
Del aroma de los lirios que los perfumaron,
Mientras sus hojas los abrigaron,
Mariposas que tejieron coros.
Cuando la lluvia a las rosas mojaron,
Y la primavera saludo,
Con una sonrisa al verano,
Con lágrimas en sus ojos,
Solo dijo adiós, y se marchó.
Barco que flota en el ancho mar a la deriva,
Espuma que llevo hasta la orilla,
Tormenta que sopla, y no lo derriba.
El hombre mendigo,
Que ahoga sus sentimientos,
En una copa de vino,
Que un amigo le dejo.
En la taberna llamada los pinos,
Nota ruidosa que lo remonto,
A una realidad que él nunca vivió,
Solo fantasía, solo eso,
Fue lo que el siempre recordó.
Por Lidia jaiah