La evocaba en silencio, La llamaba constante,
Como aquellos amantes Que se miran de lejos;
Le pedía una seña, Le pedía algún encuentro,
Mas todo era silencio Pues se mostraba ajena;
La buscaba en la calle, La veía cual sombra,
Percibía su aroma, Pero no había nadie;
Poco a poco aceptaba Que jamás volvería,
Y aceptaba una vida Donde ella ya no estaba;
Cuando ya no esperaba, Cuando estaba conforme,
Una emoción enorme, Porque ella me llamaba;
No diré que corrí, Sino volé a su lado,
Muchos besos guardados En su rostro vertí;
Cuando menos lo esperas Llega aquella fortuna,
Como un rayo de luna, A tocar a tu puerta;
Es muy fuerte el anhelo, Si el anhelo es sincero,
Lo que a veces es sueño, Tal vez, simple deseo,
Poco a poco te lleva A encontrar lo buscado,
Cuando ya está a tu lado, Ves entonces su fuerza:
Mucha fe en tus decretos, mucha fe en tu mente,
Debes tener presente: si lo pienso, lo tengo…